El invierno ya se instaló en Chile y nuestra piel comienza a sufrir las consecuencias de este periodo. Tanto las bajas temperaturas, como la exposición a fuentes de calor y la contaminación ambiental o intradomiciliaria pueden afectar la piel, especialmente aquellas más sensibles, cuyos síntomas tienden a exacerbarse.
El Dr. Fernando Valenzuela, dermatólogo de Clínica Universidad de los Andes, advierte que “nuestra piel se acostumbra al frío paulatinamente, por lo que hay que tener cuidado con los cambios bruscos de temperatura”.
¿Sabías esto?
El frío deshidrata la piel, ya que disminuye el flujo sanguíneo y, con ello, los nutrientes necesarios para las células de la piel.
El cuerpo se enfoca en mantener la temperatura de órganos esenciales como el cerebro, los pulmones y el hígado. La falta de oxígeno y nutrientes puede hacer que las células de la piel fallen, provocando resequedad por falta de humectación natural.
“Hay que tener cuidado con la duchas muy largas. El agua en nuestro país contiene muchos minerales y, cuanto más tiempo nos bañamos, más minerales absorbemos y más se seca la piel”, asegura el Dr. Valenzuela.
En caso de presentar sequedad es recomendable usar cremas hidratantes, sin muchos perfumes o componentes para evitar irritaciones. Si no hay mejoría, es necesario consultar a un especialista.
Pieles sensibles
En el caso de dermatitis atópica los pacientes sufren mayor picazón en esta época, lo que produce más lesiones e irritación. También existen enfermedades del tejido conectivo, como la dermatomiositis y la esclerodermia, que se caracterizan por generar alteraciones en la circulación terminal de la piel y empeoran con el frío.
“Durante el invierno se deben proteger las pieles más sensibles con hidratación y, eventualmente, con cuidados dermatológicos personalizados”, destaca.